Por Norman Berra

Nos preguntamos si las dos victorias electorales consecutivas de Cambiemos pueden ser leídas como un clima de opinión o como un clima de época. Según el politólogo y consultor Mario Riorda, el resultado electoral de este año se vincula a un clima de opinión que le dio al gobierno “un envión para acelerar. Los climas de opinión encuadran lo políticamente aceptado o lo rechazado (…) Pero un clima de opinión, el que explica el tan buen desempeño electoral de Cambiemos, no necesariamente habla de un clima de época (…) Son situaciones más estables. Es la experiencia de un clima cultural dominante que define una era, un periodo particular en la historia. Podría decirse que se refiere a la ética y moral de una era y un lugar, como también al espíritu colectivo de un tiempo y espacio como reflejo de su cultura. ¿Puede Cambiemos transformar ese clima de opinión en un clima de época? Sí, pero estará asociado a ver como sus políticas se plasman en favor o no de los argentinos. Lo cierto es que Mauricio Macri sigue representando cambio. Desde todo punto de vista. Y cambio de políticas es lo que se espera. Y si las expectativas eran grandes, ahora serán mayores. Pero para gestionar adecuadamente las expectativas, en general los gobiernos deben centrarse en la vida concreta de la gente. Y ahí Cambiemos está teniendo un déficit desde el resultado de sus políticas”.

En este marco, para hablar de un cambio de época, Cambiemos necesitaría pasar de la etapa de la “gestión de las expectativas” + “la disputa con el pasado” a una nueva, en la que se pongan de manifiesto beneficios palpables en el “metro cuadrado” de la gente. Hasta ahora, eso no se advierte: aunque sin dudas este año hay un “rebote” de la actividad respecto al bajón del 2016, eso no alcanza a plasmarse en una mejora sustantiva de indicadores clave, como el de la desocupación. Según apuntó Alejandro Bercovich, esta sólo se redujo dos décimas en un año, y en la zona más afectada (Gran Buenos Aires, GBA) sigue por arriba del 10%.

Agrega Riorda: “El clima de época habla de la postura sobre más estado o más mercado; valores dominantes, esquemas de representación; cambios de hábitos que llevan tiempo en consolidarse; cambios de currículas educativas; nuevas conductas sociales; establecimiento de nuevas agendas de derechos u obligaciones; o movimientos culturales o sociales de gran intensidad. Tiene mucha relación con la ideología, más asociada a movimientos lentos más propios de los climas de época”. Tampoco en este plano se advierte un cambio de la idiosincrasia nacional. Según una investigación realizada en agosto de 2016, por el Centro de Estudios en Comunicación Aplicada (CECAP) de la Universidad Austral, el 61% de la población prefiere «un país donde la mayor parte de las cosas las hace el Estado», mientras que un 23% optó por las empresas privadas.

En estos días, la agitación social por la reforma jubilatoria también puso en claro que hay una mayoría (transversal a “la grieta”) en contra de esa medida: según Ricardo Rouvier, sociólogo y director de Rouvier & Asociados, el Ejecutivo no leyó bien el «pulso» social antes de avanzar con la decisión. «La opinión pública mayoritariamente está en contra de la ley de reforma jubilatoria: lo hemos medido: el 76% de la población se opone», planteó el especialista, poniendo de manifiesto que no todos los que se movilizaron en contra de la iniciativa son necesariamente opositores al presidente Mauricio Macri. Con números similares, el Centro de Estudios del Trabajo y el Desarrollo (CETyD) de la UNSAM registró un desacuerdo de casi el 66% respecto a la medida, ahora convertida en ley. El rechazo es fuerte incluso en distritos muy favorables a Cambiemos en las últimas dos elecciones, como es el caso de Córdoba, donde una reciente encuesta de la consultora Delfos arrojó que el 79% está en desacuerdo con aumentar la edad jubilatoria (contra sólo un 16% de acuerdo).

En este marco, el riesgo para Cambiemos es que su representación quede acotada a la de una “oposición de la oposición”, es decir, a ejercer, como oficialismo, sólo una antítesis del kirchnerismo (hoy oposición y antes gobierno). Si es así, estaría autoencorsetándose como fenómeno acotado a un clima de opinión: una primera minoría circunstancial, con bajas chances de construir un clima de época más trascendente. Así, Riorda apunta que “Cambiemos tiene ahora un desafío, que es superar su identidad como contracara del kirchnerismo, para mostrar políticas que solidifiquen la expectativa del cambio expresada contundentemente en votos. A su modo, ha expresado un progresismo sostenido en expectativas que no tiene eje en la izquierda, sino en las inversiones y en el aumento de la productividad. Habrá que ver”.

Fuente: Clima de Opinión