Partiendo de la premisa de que toda elección legislativa nacional de medio término es en primera instancia un plebiscito de la gestión presidencial, puede ser útil tomar como referencia un dato de la más reciente encuesta nacional de la consultora Gustavo Córdoba & Asociados. Sobre una muestra de 1.200 casos con un error muestral de +- 2,8% realizada a través de un IVR telefónico, además de medir la imagen presidencial (ver datos arriba; click para agrandar), el estudio indagó si el presidente Mauricio Macri debería ser reelecto. Ante ese planteo, el 32% estuvo de acuerdo, contra un 48,9% que estuvo en desacuerdo; 19,1% no sabe o no contesta. Así, la cifra de acuerdo está en el orden de magnitud de los votos obtenidos por Macri en la primera vuelta presidencial de 2015 (34%). En cambio, el desacuerdo está en el orden de magnitud de los votos obtenidos por el FPV no en primera vuelta, sino en el ballotage del 22-N (48,6%).
De esto se desprende que, hoy, los comicios legislativos de medio término estarían lejos de plebiscitar la continuidad de Cambiemos: apenas un tercio la avalaría, mientras que casi la mitad no la apoyaría. En cuanto a la variable territorial, en provincia de Buenos Aires sólo 28,8% está de acuerdo con la reelección, contra un 52,4% que está en desacuerdo (18,8% ns/nc). Estos guarismos ilustran por qué de cara al 2017 el oficialismo enfrenta en ese distrito clave su mayor amenaza. En el resto del país, el 34,7% apoyaría una reelección, contra un 46% que no (19,3% ns/nc). El análisis por segmentos etarios arroja que de los 16 a 30 años, 26,4% está de acuerdo con la reelección y 53,9% en desacuerdo (19,7% ns/nc); en los electores de 31 a 45 años, el 28,3% está de acuerdo y el 57% en desacuerdo (14,7% ns/nc); entre 46 y 60 años, el 31,7% está de acuerdo y el 48% en desacuerdo (20,3% ns/nc). A su turno, entre mayores de 60 años, el 37,6% está de acuerdo y el 42% en desacuerdo (20,5%).
Si bien la pregunta de reelección siempre sondea hipótesis “maximalistas” (despierta menos resistencia acompañar con el voto legislativo a una gestión en su medio término que avalar su continuidad en el poder por otro mandato), esta medición permite ponderar que el acompañamiento “duro” al gobierno está acotado a la porción de votantes que logró en primera vuelta, sin un avance sobre otros segmentos de electores. Del mismo modo, ratifica un rechazo de casi la mitad del total, guarismo cuya coincidencia con el voto del FPV no es azarosa. El análisis por variables de corte, asimismo, ratifica que la opción de continuidad dura no se impone en términos de PBA vs interior ni tampoco en los distintos segmentos etarios en los que se divide la muestra.
Si en la entrada anterior el promedio de dos encuestas (CEOP e Ibarómetro) nos permitía obtener un promedio a lo “Nate Silver” de un 32% de electores permeables a Cambiemos, un 33% de electores permeables al FPV y un 33% de electores permeables a los demás espacios políticos (distribución en tres tercios que recreaba el sustrato político que planteamos oportunamente en el contexto preelectoral del año 2015), un promedio con los nuevos tres estudios alternativos (Management & Fit, Synopsis y Gustavo Córdoba) nos permite calcular una nueva media aritmética, de la que resulta un 36,6% de oficialistas, 41,9% de opositores y 21,4% de neutros. Comparada con la distribución anterior, aquí el panorama tiende a polarizarse y, consecuentemente, cede la fragmentación: los «oficialistas» crecen unos 4 puntos porcentuales, mientras que «opositores» suben 9 puntos porcentuales.