Luis Dall’Aglio
Director de la Consultora Delfos

El Presidente Mauricio Macri procuró dar un discurso de apertura de sesiones desde un lugar estratégico que lo saque del incómodo lugar al que lo llevó la economía; de ese rincón donde lo llevó la inflación que está entre las primeras preocupaciones de los argentinos y que su promesa de combatirla y bajarla, aun no llega.
La misma economía que lo tiene empantanado, y que más allá de los esfuerzos por “instalar” temas como el “caso Chocobar”, “la despenalización del aborto” o “el cobro a extranjeros en hospitales”, no logra arrancar.
Por eso, el discurso de Macri apuntó a hablarle “a la gente centrada con la tarea cotidiana y tremenda de criar una familia”, como indicaba el asesor político norteamericano Dick Morris, al explicar en su libro el Nuevo Príncipe, cual fue la base del éxito del ex presidente norteamericano, Bill Clinton.
Quizá allí se explique por qué decidió incorporar al discurso de apertura una nueva agenda de temas que apuntan a avalar la idea de Dick Morris de que “los nuevos desafíos que nuestra política debe abordar son menos económicos que sociales y sus remedios se vinculan más con cambios en las actitudes y las costumbres que en aumentar el gasto público”.
Temas como penas más duras a los conductores irresponsables en las rutas, el aumento de días por paternidad de padres, la brecha salarial de género, la malnutrición y obesidad infantil, los espacios públicos como los parques nacionales, se agregan a los viejos discursos de riguroso corte político tradicional.
Dick Morris en el libro mencionado, propone una extensa lista de temas concebida en la década del 90’ que están en esa línea como “… ampliación de la licencia por maternidad, pruebas de nivel educativo (Macri hizo una importante referencia a las evaluaciones educativas), mejor sanidad en alimentos, promoción de contenidos educativos en televisión para niños, sistemas de calificación para violencia y el sexo en televisión, consejeros de drogas en las escuelas, un patrón federal de alcoholemia cuando se maneja, seguridad de ómnibus escolares, toque de queda para adolescentes”, etc.
Esta lista fue bautizada por su autor como A-Y-U-D-A, “una ayuda cotidiana para superar los obstáculos que enfrentan a la hora de construir una vida mejor” y considera además que en estos tiempos “las metas nacionales son menos cuestión de dólares que de valores”.
Bien o mal, importante o no, lo cierto es que hoy la sociedad asiste a un “no relato político” de la agenda pública que pretende dejar a la izquierda y a la derecha sin un enemigo y empatizar con la opinión pública desde “ideas” que apuntan a colocar el debate público más allá de la economía.
El tema es si esa estrategia podrá contra la vieja afirmación de que la “visera más importante del hombre es el bolsillo”, fórmula que la gran clase media argentina suele tener muy a mano para decidir su voto.