Por Norman Berra
En el marco del análisis que venimos haciendo también resulta ilustrativo comparar la evolución de la pobreza en la era K (12 años) con la observada en la anterior gestión de gobierno extensa en el tiempo, la de Carlos Menem (1989-1999). Según el NSE 1996, la sumatoria de las clases baja inferior y marginal alcanzaba el 30% en ese año, el primero de la segunda gestión presidencial de Carlos Menem. Aunque no contamos con cifras de 1999, es sabido que ya en 1998 la recesión económica era rampante y había subido el desempleo (condiciones estructurales que contribuyeron a la caída del gobierno de la Alianza en 2001). Considerando que la gestión de Fernando de la Rúa continuó con el esquema de convertibilidad heredado del menemismo, no hay dudas de que en 1999 la sumatoria de las clases pobres estructurales debe haberse ubicado por encima del 30% de 1996 y en camino al 40% que registró el NSE 2002 de la AAM (ver datos abajo; click para agrandar).

Tomando como referencia un aproximado de 20% de pobreza al concluir el kirchnerismo (guarismo alrededor del cual convergen las mediciones de Unicef, CIFRA, CEPA, CEDLAS y la propia de Consultora Delfos, por arriba del 13,4% de la AAM en 2014), ¿qué sucedió en los dos años de gobierno de Cambiemos? Según estudios nacionales de la consultora Delfos, 5 puntos cayeron de la clase media a la baja superior (el C3 pasó del 30% al 25% y la D1 del 31% al 36%): esto es, 1.659.684 personas en el total país vieron un empeoramiento de su situación. Evaluamos oportunamente que eso implica un deterioro relativo pero consistente con el programa “gradualista” de Cambiemos. Se ve un efecto de goteo o “derrame” inverso al pregonado por el oficialismo, de movilidad descendente en lugar de ascendente, pero más gradual que otra cosa (ver datos arriba; click para agrandar). En cambio, una reciente hipótesis planteada por el consultor Artemio López presupone una crisis mucho más aguda: “nuevos segmentos medios bajos, ascendidos en la década K, hoy muy impactados por el insólito aumento de tarifas, la caída salarial real y pérdida de poder adquisitivo de jubilaciones y pensiones comienzan a dar forma al sujeto reactivo central que rechazará inicialmente en un tiempo aún indefinido, pero inexorable, el despiadado ajuste macrista, el más salvaje desde la recuperación democrática”, apuntó el sociólogo.

La hipótesis de López implica una lectura crítica de la evolución de la pobreza en lo que va de gobierno de Cambiemos: en esa línea interpretativa, el deterioro social generado por la presidencia de Mauricio Macri traccionaría en algún momento un rechazo electoral al gobierno. ¿Sobre la base de qué números podría sostenerse esto? López parte del 25,7% suministrado por el Indec y celebrado por el gobierno de Cambiemos. Desde esa referencia, el consultor apunta que la pobreza por ingresos creció 5,5% en el bienio, “aumento compatible con la caída en igual lapso de 11% en el poder adquisitivo de la Asignación Universal por Hijo, 7% de jubilaciones y pensiones, y entre 4,2% y 7,3% de los salarios formales, según las estimaciones de CIFRA y de la Universidad Nacional de Avellaneda, UNDAV y el aumento de 2,5% de la informalidad, lo que supone que estos trabajadores reciben un salario que se ubica un 50% por debajo del promedio formal”. El sociólogo proyecta estos datos para una población de 43,8 millones de personas y calcula “la incorporación en el bienio neoliberal de 2,4 millones de personas debajo de la línea de pobreza de los cuales el 24% son menores de 14 años”.

Sin embargo, tanto el punto de partida del Indec de la era Macri como la metodología empleada ha sido objeto de críticas. López desestima como “irreal” que se informara como herencia K de 32,2% de pobreza y 6,3% de indigencia. En la misma línea, según el Centro de Economía Política Argentina (CEPA) el cálculo de la pobreza estimado por el Indec adolece de una serie de inconsistencias metodológicas, a saber: en agosto de 2016 se modificó la composición interna en las proyecciones poblacionales de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH); al incorporarse más adultos y quitarse menores de 18 años, se agrandó la Población Económicamente Activa (PEA) y así se subestimaron la tasa de desocupación y la pobreza. También se minimizó el aumento de las tarifas por la desactualización de la Encuesta de Gastos de Los Hogares, clave para calcular pobreza porque determina cuánto consumen de cada rubro (cuánto en tarifas, cuánto en alimentos, transporte, educación). Se desestimó la Encuesta de 2013 y en vez de ello se usó la de 2005, lo que dio lugar a un vicio de origen clave: la subestimación del peso de los servicios en la canasta básica total (CBT). Asimismo, el Indec oculta información sobre el mercado de trabajo (desocupación, desigualdad, pobreza) y posterga 3 meses la publicación de los microdatos de la EPH que permitirían cotejar afirmaciones inconsistentes (por caso, una suba mayor de ingresos en los sectores menos favorecidos). Tampoco están disponibles los microdatos correspondientes al cuarto trimestre del 2017 referidos a la EPH ni la evolución de los precios de cada producto que mide el organismo. Los indicadores socio-laborales también contradicen una baja de la pobreza en los dos primeros años de Cambiemos: en 2017 el empleo y los salarios recuperaron una parte de lo perdido en 2016, lo que puede traccionar una mejora relativa para el segundo semestre de 2017 en relación al segundo semestre de 2016, pero no en la magnitud reportada para el bienio 2016 y 2017. Si se comparan los segundos semestres de 2017 y de 2015, una serie de indicadores socio-laborales muestran un empeoramiento de las condiciones de vida de la población. De ahí se puede inferir que la pobreza en el segundo semestre de 2015 era sensiblemente inferior al 25%, lo cual nos lleva nuevamente a situarla más bien en el orden del 20%, tal como venimos exponiendo. Por nuestra parte, ya expusimos (en este blog y en el diario La Voz del Interior) nuestra crítica a la inconsistencia metodológica del último índice de pobreza. En síntesis, datos consistentes sugieren de mínima que la pobreza se mantuvo en los mismos niveles del cierre de la gestión CFK, pero con el agravante de la caída de 5 puntos porcentuales de la clase media a la baja superior (mediciones propias de Delfos) o bien que la pobreza aumentó en torno a 5 puntos porcentuales (estimación de Artemio López) en los dos primeros años de la gestión Cambiemos.

Fuente: Clima de Opinión