Por Luis Dall ‘ aglio

Siempre es necesario distinguir entre construir una oposición o una opción política a un gobierno. Esta distinción va más allá de un juego de palabras ya que uno u otro camino implican condiciones diferentes.

Se puede ser una opción política desde la oposición, ahora no siempre se llega a ser una opción siendo oposición. La historia argentina está llena de ejemplos, por caso Lilita Carrió o Carlos “Chacho” Alvarez, quien logró ser la contracara política del ex presidente Carlos Menem, pero nunca una opción. A esa pelea se la ganó Fernando de la Rúa.

Las sociedades construyen sus opciones políticas sobre determinadas variables que tienen que ver fundamentalmente con las certezas. Esto se busca entre alternativas que cuenten con apoyo político (poder), experiencia de gobierno, equipo técnico, y figuras que representen un pensamiento similar al de las mayorías: el respeto, la equidad, la transparencia, el nacionalismo.

Cualquier figura que pretenda iniciar este camino tendrá como resultado el conocimiento, la generación de opinión positiva y la voluntad a favor de voto.

El gobernador José Manuel de la Sota es una figura conocida en la política argentina. El conflicto con la Nación por las jubilaciones provinciales logró darle visibilidad y algún reposionamiento de su figura como dirigente nacional. Se trata de un primer paso que estará atado a la suerte de las negociaciones en la Corte Suprema.

Si logra un fallo a favor, sin dudas será una batalla ganada ya que será el primero en mucho tiempo que logra poner condiciones al poder central. Esto le estará dando elementos para avanzar sobre la segunda dimensión (construir percepción de poder). Si ocurre lo contrario, ratificará la fuerza del gobierno nacional en sus posiciones y argumentos.

Además, De la Sota es el gobernador de una provincia grande, compleja, que le agrega la experiencia suficiente como para competir también en esos atributos. Los otros elementos tienen que ver con cómo se presente el candidato, que sin dudas, este no es el tiempo.

Lo cierto es que estas chances irán de la mano con el deterioro o no del gobierno nacional entre los electores, fundamentalmente los de clase media que constituye el 60 por ciento de la población y que por lo general es el segmento que con su voto produce los cambios políticos.