Por Luis Dall’Aglio

Director de la Consultora DELFOS
Al triunfo de Donald Trump no se lo puede analizar sin observar lo que está ocurriendo en otros países.

La reacción de las clases medias empobrecidas está promoviendo “sorpresas”, que recién ahora el sistema político internacional comienza a contemplarlo en sus análisis.

El “Brexit” en Gran Bretaña fue producto de lo mismo; la crisis política que tuvo 10 meses sin gobierno a España, el conflicto en Grecia, la caída del acuerdo de paz en Colombia, también.

Algunos puntos a tener en cuenta donde se explica este fenómeno:

  • En Estados Unidos, en la década del 70 la clase media era más del 64 por ciento: después de la crisis de Lehman Brothers en 2008, esas cifras cayeron por debajo del 55%. Claramente, lo que está en crisis es la sociedad asalariada.
  • Las sociedades no están en contra de la globalización, algo que en manos de la tecnología es difícil de detener. Resisten el modo en que se globalizó y están pidiendo un cambio. Esta globalización generalizó negocios, riquezas, terrorismo, pobreza, inmigrantes, desempleo y borró las identidades de muchos pueblos. El reclamo es subirse a ese carro con una idea integradora, que respete las culturas, sume trabajo y haga del mundo un lugar más seguro.
  • Hay nuevas alianzas sociales que se encuentran a partir de tener necesidades y valores similares, más allá de etnias, clases sociales o miradas ideológicas. Cambia el paradigma y las reglas ya no se disponen en función de Demócratas o Republicanos; Izquierdas o Derechas; proteccionistas o libremercadistas; católicos, musulmanes u ortodoxos. Estos desplazamientos en las cortezas sociales generan nuevos movimientos que la dirigencia política tendrá que gobernar.
  • Estos desplazamientos sociales se van a presentar como movimientos nacionales, y seguro que se los va a confundir con formas de neo-nacionalismo de derecha; sería un error. Como se planteó antes, excede esos paradigmas.
    En Argentina también pasa algo similar. El 64 por ciento de los que habitan este país son de clase media, de acuerdo a estudios nacionales de más de nueve mil casos domiciliarios realizados ininterrumpidamente por la consultora DELFOS, desde 2004.

Pero, cuando se los consulta de qué clase social se consideran, el 75 por ciento se define de Clase Media.

Los sectores bajos no cambian gobiernos; sí las clases medias, y es tiempo de considerarlas como factor político: le dieron el triunfo resonante a Cristina Fernández en 2011 y generaron la sorpresa en 2015, con Mauricio Macri.

Esta supuesta contradicción ideológica no existe. Se explica en el desplazamiento de capas sociales que, como se dijo, también se mueven en otro paradigma que excede al peronismo, al radicalismo, a las izquierdas y derechas.

Se mueven y generan estrépito, pero también van condicionando los procesos políticos (achicando la cancha) a los gobiernos que se suceden.

Es decir, deben moverse en escenarios acotados por los problemas económicos y sociales y la respuesta es cada vez más inmediata.

Claramente, ya no hay una crisis de representatividad, sino de sentido de la política, que deberá ser reflexionado para encaminar una democracia cuestionada en su capacidad de respuesta.