Por Luis Dall’aglio
Director de Delfos
Trascendió como el intendente de los CPC, pero antes se había ganado el mote de intendente Verde. También fue identificado políticamente como “el más peronistas de los radicales”, porque no tuvo problemas en caminar territorios propios de los opositores históricos de la UCR u homenajear a dirigentes del justicialismo colocando el nombre a plazas y espacios públicos.
Pero en realidad, Rubén Americo Martí sintetizaba a un político que se atrevió a gobernar pensando en los más humildes, facilitando con más servicios a la exigente clase media cordobesa, y brindar a los sectores altos de la sociedad, la ciudad que anhelaban para sentirse orgullos en cualquier lugar del mundo.
Se paró por encima de las fuerzas partidarias, incluso la suya; se apoyó en la diversidad y proyectó una única identidad expresada en un escudo y un color, el verde.
Córdoba sin dudas fue distintas allá cuando culminaba la década del 90. Venía de fuertes transformaciones que comenzaron una década antes y que Rubén supo aprovechar e impulsar para que se expresara en un plan estratégico que, incluso, llegó a pensarla para 15 años después de terminada su gestión.
Un gran armador de equipos, supo sintetizar en un mismo ámbito a jóvenes que dieron sustento técnico a ese aluvión loco y de trabajo que generó durante ocho años al frente del Palacio 6 de Julio.
Su conducta y actitudes fueron más importante que sus palabras, por eso, moldeó rápidamente un estilo político que ya se había insinuado en su paso por el Ministerio de Desarrollo Social de la Provincia.
Cuando llegaba a un barrio y entregaba una pelota, en realidad regalaba un momento de felicidad en la calle, en el potrero, en la vereda, pero en el barrio, ahí donde se forjaba la identidad de la ciudad.
La felicidad lo desvelaba; generar momentos de felicidad era, a la vuelta del tiempo, el motor que lo llevaba a reemplazar baldíos por potreros, basurales por plazas, ausencias por una presencia permanente, sensible y con un profundo sentido humanista.
Poner en una lista todo lo que hizo es tratar de mostrar el inmenso tamaño de su gestión. Pero la profundidad de su gobierno se entiende en su esencia, en lo que fue, en cómo fue, no sólo en lo que hizo.
Por eso Rubén Martí fue querido, porque lo que hizo, lo hizo desde el afecto y la entrega sincera a su pueblo que se sintetizó en una supuesto eslogan que en realidad era una consigna política: Municipalidad para los Vecinos.
LA IMAGEN DE MARTI