Luis Dall’Aglio

Con el balotaje a la vista y los candidatos desplegando sus estrategias, lo cierto es que la tercera etapa electoral que se abre en la Argentina se plantea en “un mundo de sensaciones” políticas que deberán ir girando hacia la conformación de un clima o corriente de opinión, para finalmente convertirse en conductas o acciones (voto).
Hoy la sensación es que quien ganó perdió, y quien perdió ganó.
Este punto de partida “lleno de sensaciones” no siempre termina configurando una conducta final.
De hecho, los momentos pos Paso favorecían claramente a Daniel Scioli. El punto y medio que había quedado de brecha para llegar a los 40 puntos, y la distancia que separaba a Mauricio Macri de los 30 puntos y de evitar la diferencia de 10 para forzar el balotaje, hacían pensar en un desenlace el 25 de octubre.
Eso no ocurrió. Actos, conductas, gestos, modificaron las sensaciones. Las propuestas no tuvieron cabida, no gravitaron, ni siquiera el anuncio de modificar el piso de ganancias. Está claro que esta primera vuelta cerró inmersa en “un mondo de sensaciones”, haciendo prevalecer las emociones por encima de cualquier valoración racional.
Esto hace suponer que esta etapa que se abre de cara al 22 de noviembre, también será emocional, y quien gane las elecciones será el que logren instalar un clima de sensaciones sobre la base de conductas, gestos y decisiones.
En este sentido, mucho tendrá que ver el desarrollo del proceso electoral, sus candidatos, y fundamentalmente, un actor central que es el gobierno nacional. En definitiva lo que se evalúa es un modelo, un estilo político y una gestión de gobierno que hoy tiene un candidato con todas sus virtudes y deficiencias, pero claramente, con sus límites y techos electorales.
Por eso, entender la naturaleza de los momentos electorales que vive la sociedad será también fundamental. Muchas evaluaciones se podrán hacer respecto de los perfiles demográficos, políticos, ideológicos de los casi siete millones de votos que quedaron sin dueño en este balotaje; se ensayarán números y seguramente estarán también en evaluación propuestas para impactar.
Pero probablemente, eso no sea suficiente. Macri tiene un discurso alineado a las sensaciones que quedaron flotando después de las elecciones. Pero Scioli tiene al gobierno nacional que con conductas, decisiones, y medidas puede generar sensaciones de cambio. Por ejemplo, hacer efectiva la propuesta de modificar el piso de ganancias, o alguna otra cuestión, criticada desde la oposición.
El problema es si Cristina Fernández estará dispuesta a sumarse a la campaña, ya no con cadenas nacionales, sino con decisiones que en muchos casos, pueden poner en crisis la coherencia de su relato.