POLÍTICA

José Gangi

José Gangi

Edición y Análisis de informes

Con el 2023, se inaugura un nuevo año de elecciones generales. Más allá de Milei, ningún referente político ha proclamado firmemente su candidatura para presidente. Sin embargo, sí han comenzado a coquetear o exponer en declaraciones la posibilidad de que dicha candidatura sea una posibilidad.

Uno de los dirigentes que afirmó estar disponible para presentarse como candidato si sus compañeros y compañeras del Frente de Todos así lo desean, es el actual presidente Alberto Fernández. De efectivizarse dicha postulación, sería el cuarto presidente desde el retorno de la democracia en candidatearse para ser reelecto en su cargo después de Carlos Menem, Cristina Fernández y Mauricio Macri. Este último fue el único que sufrió una derrota en una contienda de este tipo.

En ese marco, nos propusimos comparar la imagen de Alberto Fernández en la ciudad de Córdoba con los resultados obtenidos por Cristina Fernández y Mauricio Macri en las vísperas de los años electorales que procuraron ser reelectos, con la intención de analizar cómo llegaron a las elecciones donde buscaron mantenerse en el poder por cuatro años más.

En nuestra última medición realizada en la capital cordobesa, el actual presidente Alberto Fernández obtuvo un 8% de imagen positiva, un 31% de regular y un 59% de mala. Teniendo en cuenta estas cifras, y a un 2% que afirmó no saber cómo calificar su imagen, el balance final para el presidente da -84 pp.

Cuatro años antes, Mauricio Macri, en su carrera por la reelección, obtuvo un 23% de imagen positiva, 29% de regular y 48% de negativa. El balance resultante de la imagen del ex presidente fue de -54 pp.

Por último, Cristina Fernández en 2010 detentó un 34% de imagen positiva, un 27% de regular y un 36% de negativa, mientras que un 3% afirmó no saber como calificarla. El balance de su imagen alcanzó los -29 pp.

Imágenes de presidentes que no buscaron la reelección

En principio, las cifras que presentamos seguro han sorprendido a más de uno. En uno de los bastiones más fuertes del Pro/Juntos por el Cambio, Cristina Fernández es la que detenta el mejor desempeño en términos de imagen de las últimas cuatro gestiones. Pero… ¿qué ocurre si completamos la línea histórica con los datos de las presidencias faltantes desde Carlos Menem en 1999?

Al cierre de su segunda gestión, el ex presidente riojano obtuvo en la primera medición de 1999 un 39% de valoraciones positivas de su imagen, un 35% de regulares y un 25% de malas, y un balance de -22 pp.

En el año 2002, los cordobeses de la capital le otorgaron a la imagen de Eduardo Duhalde un 15% de calificaciones positivas, un 39% de regulares y un 43% de negativas, lo que dio como resultado un balance de -70 pp.

Luego de Duhalde llegó Néstor Kirchner a la presidencia, cuya imagen hacia fines del año 2006 fue calificada como buena por el 53% de los vecinos de la Capital, como regular por el 28% y como mala por el 18%. El balance de la imagen del ex presidente fue positivo en 6 pp.

Por último, en el año 2014, Cristina Fernández detentó un 25% de imagen positiva, un 36% de regular y un 38% de negativa, arrojando un balance de -50 pp.

En síntesis, en términos de imagen positiva y en orden: en 1999 Carlos Menem obtuvo 39%, en el 2002 Eduardo Duhalde 15%, en el 2006 Néstor Kirchner un 53%, en 2010 Cristina Fernández un 34% y en 2014 un 25%, en 2018 Mauricio Macri un 23% y en el 2022 Alberto Fernández un 8%.

Conclusiones

El primer dato que salta a la vista rápidamente es que Alberto Fernández posee la peor imagen como dirigente de los últimos 7 presidentes en vísperas de un año electoral. Esta situación probablemente afecte el desempeño electoral del oficialismo en el cotejo electoral del año próximo en la capital cordobesa.  

Si comparamos el desempeño actual del presidente con aquellos que se presentaron para la reelección, suponiendo que buscará competir nuevamente por la presidencia, podemos observar que queda bastante rezagado, incluso respecto de Mauricio Macri que fue derrotado en las elecciones de 2019.

Sin embargo, si ampliamos el foco, podemos apreciar una tendencia subyacente prolongada en el tiempo: desde la gestión de Néstor Kirchner la imagen de todas las gestiones presidenciales han ido desmejorando a lo largo del tiempo, sin importar su color político.

Esta tendencia puede ser interpretada como un indicio de una relación de creciente orfandad por parte de los cordobeses, incluso mayor a la observada en 2002, sólo un año después de la gran crisis de 2001.

Este fenómeno, invita a los cordobeses a correrse del espectro más tradicional de la política para buscar representantes en los márgenes de la oferta política, donde las propuestas se vuelven más extremistas, rupturistas y facciosas.

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