POLÍTICA
José Gangi
Edición y Análisis de informes
El sábado 2 de julio pasado, mientras la vicepresidenta Cristina Fernández brindaba un discurso en el marco de un nuevo aniversario del fallecimiento de Juan Domingo Perón, Martín Guzmán publicaba en redes sociales su renuncia al cargo de ministro de Economía.
Después de poco más de dos años y medio de estar al frente de esa cartera, el reconocido economista daba un paso al costado, desatando con su alejamiento del Gobierno una ola de incertidumbre y desfile de nombres en Economía que llevaría al dólar blue a superar la barrera de los $ 300 y a estabilizarse en un valor cercano a los $ 290, 22% superior al registrado en la última jornada previa a la renuncia.
Estos desequilibrios no sólo sirvieron de combustible para profundizar el espiral inflacionario ascendente en el que está inmersa Argentina, sino que produjeron costos en términos de imagen para los principales referentes del Gobierno.
En este contexto, con Sergio Massa dando sus primeros pasos como flamante ministro de Economía, nos propusimos dimensionar el costo político para la imagen del presidente, la vicepresidenta y el nuevo ministro que tuvo esta situación en la provincia de Córdoba.
Si analizamos la imagen del presidente argentino, podemos observar una pérdida de 4 puntos porcentuales en términos de valoración positiva y un crecimiento de 8 pp. del público que posee una imagen negativa de él. Esta situación empeora el balance negativo de Alberto Fernández de -68 pp. en junio a -78 pp. en julio.
La vicepresidenta también sufrió un revés en su imagen fruto de lo ocurrido en julio, con una pérdida de 3 pp. en su imagen positiva y un incremento de 6 pp. en su imagen negativa respecto de la detentada por la mandataria en junio. El balance de julio de Cristina Fernández en Córdoba arroja -68 pp.
Por su parte, el nuevo ministro de Economía Sergio Massa no sufre mutaciones significativas en su imagen, salvo por el hecho de que vuelve a cobrar un rol más destacado en el escenario público que se traduce en una reducción de las personas que lo desconocen o que no opinan de su persona de 7 pp. Este caudal de apreciaciones se reparte entre las opciones, pero principalmente aumenta el caudal de público que afirma poseer una imagen negativa del funcionario (+4 pp.).
En síntesis, el caos político-económico vivido en julio tuvo costos políticos para todos en la coalición gobernante, pero hizo especial daño sobre la desgastada imagen del presidente. A poco más de un año de las próximas elecciones, la necesidad de revertir el rumbo para llegar con posibilidades de ser una figura presidenciable se hace acuciante.
Por otro lado, el nuevo rol asumido por Sergio Massa lo devuelve a la escena de la política nacional, al mismo tiempo que lo arroja al ojo de la tormenta: la economía. De su desempeño depende no sólo la posibilidad de construir una oferta electoral peronista viable en 2023 (tanto en términos del frente como personales), sino la gobernabilidad nacional en lo que resta de la gestión.