POLÍTICA
Norman Berra
Líder de proyectos
En varios posteos anteriores hemos remarcado que el «Vacunagate» tuvo, además de un impacto desfavorable en la imagen del plan de vacunación, un efecto virtuoso hasta cierto punto paradójico: al transformar en aspiracional la vacunación, terminó por erosionar la campaña anti vacunas (y en particular el plan anti Sputnik V) sobre el que se había montado parte de la oposición al gobierno nacional, en especial el «ala dura» de Juntos por el Cambio (JxC) conducida por la titular del PRO, Patricia Bullrich, y el sector «libertario» que se referencia en José Luis Espert y Javier Milei (dos frentes que vienen disputando agenda desde hace meses, tema que ya hemos tratado en este blog y sobre el que volveremos en breve). Diversos estudios recientes dan cuenta de ese efecto; a los ya repasados antes, añadiremos algunos datos nuevos en esta semana en que se cumple un año de la llegada de la pandemia del Covid-19 a nuestro país. Según la última encuesta de Rouvier & Asociados cerrada a fines de febrero (luego del affaire de la «vacunación VIP»), el 52,2% de los electores confía en todas las vacunas, mientras que 15,5% confía en algunas y casi 19% en ninguna; 13,5% no sabe (gráfico arriba).
Si vemos ese dato dentro de la serie evolutiva, se advierte que la confianza en todas las vacunas hace su pico y rebasa el umbral del 50%, mientras que la posición anti vacunas llega al piso, aunque de todos modos no está lejos del 20% (un guarismo lo suficientemente alto como para preocupar; gráfico arriba). La última encuesta nacional de la consultora Analogías también confirma la suba de la confianza general: el acumulado de las respuesta «mucho + bastante» trepó 17,6 puntos porcentuales entre enero y marzo, mientras que «poco + nada» se desplomó 16,4 pp (gráfico abajo).
Respecto a la Sputnik V, la confianza también cruza el umbral del 50%, alcanzando 51,3% y superando por 13,6 puntos porcentuales a la desconfianza (gráfico abajo). De esa manera, la confianza se ubica en el orden de magnitud del voto oficialista (el Frente de Todos-FdT- obtuvo 48,24% de los votos en octubre de 2019), mientras que la desconfianza se ubica en el orden de magnitud del caudal de JxC (40,28%; la diferencia de 2,54 pp no es estadísticamente significativa).
La serie evolutiva de la consultora muestra claramente la suba de la confianza en la vacuna rusa entre enero y febrero: +10,4 pp, a la vez que la desconfianza insinúa una baja de 1,8 pp (variación estadísticamente no significativa; gráfico abajo). El no sabe también cae, en este caso 8,6 pp, todo a favor de la suba intermensual en la confianza.
Respecto al plan de vacunación, según Rouvier & Asociados el 53,2% lo califica de manera positiva y casi 46% de manera negativa (gráfico abajo). Nuevamente, los guarismos se ubican en el orden de magnitud del voto oficialista y el de JxC, replicando el efecto grieta, tal como adelantamos en nuestra primera hipótesis pos affaire del «Vacunagate» y desmintiendo lo arrojado por mediciones claramente sesgadas como las que repasamos oportunamente aquí.
La serie evolutiva de Rouvier ilustra claramente el impacto negativo de la «Vacunación VIP»: la imagen positiva del plan cae de 64,3% a 53,2% (-11,1 pp), mientras que la negativa trepa de casi 34% a casi 46% (+ 12 pp, gráfico abajo). Aún así, el saldo sigue siendo favorable en 7,3 pp.
Si tomamos la encuesta más reciente de la consultora Acierto sobre el plan de vacunación, cerrada entre fines de febrero y principios de marzo, vemos que el resultado es más favorable para el gobierno nacional: casi 59% de positiva vs 41,4% de negativa (gráfico abajo). De esa forma, el promedio de ambos estudios arroja 55,9% de positiva vs 43,6% de negativa, confirmando que pese al impacto negativo del affaire el saldo sigue siendo favorable al oficialismo (+12,3 pp en el promedio) y con un efecto virtuoso en la propensión a vacunarse.
Según la última encuesta del CELAG, la calificación de la gestión de la pandemia se ubica en el mismo orden de magnitud que la opinión sobre el plan de vacunación, con 52,3% de positiva y 47,3% de negativa (gráfico abajo). Si bien las diferencias no son estadísticamente significativas, en este caso el saldo favorable se reduce a 5 pp (contra los + de 12 pp de la variable anterior).
Por otro lado, el «efecto virtuoso» del affaire «Vacunación VIP» también se pone en evidencia en el estudio de Acierto, cuyo reciente informe arroja un aumento de 12 pp en la proporción de personas dispuestas a vacunarse (gráfico abajo).
Finalmente, en materia de percepciones, según Acierto el 46,5% de los electores argentinos cree que el proceso de vacunación en el país avanza más lento que en el resto de la región, mientras que 16% lo ve más rápido y casi 20% al mismo ritmo; casi 17% no sabe (gráfico abajo). Así, en esta materia hay terreno para mejorar, aunque cabe recordar que el plan de vacunación (y su metodología de implementación) es responsabilidad de cada una de las jurisdicciones, mientras que el Estado Nacional a través del Ministerio de Salud es responsable de las compras y distribución de las vacunas a las provincias.