Tres de cada diez padres cordobeses, con hijos de 0 a 17 años, utilizan la agresión física como método para disciplinarlos; mientras que el 73 por ciento los reta en voz alta, el 77,8 por ciento les impone algún tipo de penitencia y el 6,4 por ciento los agrede verbalmente. Estas son las formas de ejercer la autoridad en los hogares del Gran Córdoba, según los últimos datos del Barómetro de la Deuda Social de la Infancia, que elabora cada año la Universidad Católica Argentina (UCA).

Las cifras revelan que los adultos tienen cada vez menos recursos para poner límites a sus hijos. Los psicopedagogos consultados por este diario confirman, además, que los consultorios están abarrotados de mamás que preguntan cómo tienen que enfrentar situaciones cotidianas (ver Infografía: Formas de disciplinar).

“Los papás consultan todo con el terapeuta. Yo les pregunto ¿cómo funcionaba en su casa? ¿Cómo hacía su papá? Y si aquello funcionaba, ¿por qué no prueba con algo parecido?”, analiza María Isabel Valdés, psicopedagoga, especialista en vínculos familiares, y profesora en la Universidad Católica de Córdoba.

Según el Barómetro, en Córdoba subió en un año la cantidad de padres que agrede físicamente a sus hijos para imponerles disciplina. Mientras el 27,3 por ciento utilizaba esta “técnica” en 2010, el 31 por ciento actuaba de igual forma en 2011. La cifra es similar a la de otras provincias e idéntica al promedio nacional.

Los varones reciben más agresiones que las niñas, y los bebés de 0 a 4 años son los que reciben los mayores malos tratos. El 36,4 por ciento de los niños de esa franja etaria recibe algún tipo de maltrato físico; lo mismo le ocurre al 33,9 por ciento de los niños de 5 a 12 años, y al 24 por ciento de los adolescentes de 13 a 17. La índices más altos de violencia ocurren en los sectores sociales muy bajos (40 por ciento) y bajos (37,3 por ciento), aunque también son elevados en los sectores medios (27,2 por ciento) y medios altos (22,5 por ciento).

En Córdoba, el 6,4 por ciento de los niños recibe agresiones verbales o psicológicas del estilo a “no servís para nada” o “no parecés hijo mío”. También se considera maltrato emocional cuando no se los respeta como personas, cuando se los insulta o se les rompen los juguetes como un supuesto castigo.

Fuente: La Voz del Interior | Mariana Otero

Santiago Gómez | Delfos