POLÍTICA
José Gangi
Edición y Análisis de informes
Además de la inflación, la inseguridad y el reciente campeonato del mundo, las diversas elecciones son, sin lugar a dudas, uno de los temas más relevantes del año para la sociedad argentina.
A lo largo de 2023 los cordobeses, al igual que muchos argentinos, votaremos como mínimo cuatro veces: una vez para intendente, una vez para gobernador y dos a nivel nacional -las Paso y la elección general. Si ningún candidato presidencial se consagra en primera vuelta, habrá ballotage en noviembre.
A poco más de un mes de la primera contienda electoral, nos propusimos indagar entre los cordobeses de toda la provincia si piensan ir a votar en la elección para gobernador de Córdoba del próximo 25 de junio.
Nada extraordinario
Como decíamos anteriormente, las elecciones provinciales se realizan en un marco de múltiples comicios. Para darle contexto al probable comportamiento de los cordobeses, analizaremos la participación en las jornadas electorales que ya tuvieron lugar a lo largo y ancho del país.
La participación observada más baja entre las ocho provincias que eligieron gobernador hasta el momento -Neuquén, La Rioja, La Pampa, Jujuy, Tierra del Fuego, Río Negro, Salta y Misiones-, fue la de Río Negro con una asistencia del 68% del padrón. Por su parte, la participación más alta hasta el momento fue la observada en Neuquén con el 76%. Si sacamos un promedio de las participaciones, fue de 72%.
¿Qué datos tenemos de Córdoba?
Las cifras de participación representadas en las encuestas de los últimos cuatro meses -de febrero a mayo-, muestran que, en promedio, un 72,6% de los cordobeses irían a votar el 25 de junio. Esta cifra es casi idéntica a la obtenida en los últimos dos meses, lo cual nos habla de un dato bastante consolidado.
En términos históricos, la participación electoral se encuentra en el piso histórico desde el retorno a la democracia. Pero este no es un fenómeno novedoso: la actual concurrencia no dista mucho de la observada en los comicios inmediatamente anteriores o en 2003. Más bien se trata de un proceso de consolidación de un electorado activo en torno al 72%, luego de un período de efervescencia pos dictadura.
¿Quiénes no piensan ir a votar?
Si construimos un estereotipo de ciudadanos que podrían declinar su participación en los comicios provinciales, el perfil que surge es el de un hombre, de 65 años o más, que vive en una localidad diferente a la capital provincial y que posee un nivel socioeconómico medio.
Esta caracterización articula los datos que indican que un 60% de los renuentes a votar se autopercibe hombre, que un 55% posee más de 65 años, que el 67% vive en el interior provincial y que un 83% posee un nivel socioeconómico medio.
Reflexiones finales
Los datos de la participación electoral de Córdoba se muestran tan cercanos al promedio nacional e histórico provincial y tan similares a la participación en los últimos comicios provinciales de 2019 que parece ser un registro con un peso singular. En consonancia con lo que afirmamos más arriba, la consolidación del electorado cordobés activo en torno al 72% dejaría sin efecto las hipótesis que avizoran una contracción de la participación política.
A pesar de la estabilidad del dato mencionado, vale la pena destacar que la principal característica de los que se abstendrán de votar es su pertenencia a un nivel socioeconómico medio. Este enojo con la política puede ser comprendido como una respuesta a un marco de empobrecimiento de las clases medias que condiciona su relacionamiento con aquella en términos generales.