POLÍTICA

Luis Dall'Aglio
Director
Probablemente las encuestas pos Libragate no terminen de dimensionar el daño que esta crisis generó en el vínculo entre Javier Milei y una porción de sus electores.
Las encuestas marcan que existe una caída en la aprobación positiva de entre cinco y seis puntos. Algo que, en términos generales, puede leerse como una crisis de opinión sin mayor valoración política, porque la solidez de este aspecto sigue atado a la expectativa social de tranquilizar la economía nacional.
No obstante, en los análisis en profundidad que hemos realizado en Consultora Delfos sobre el estado del vínculo de Milei y sus votantes se advierte que existe un segmento importante que lo eligió en el ballotage y que hoy observa que sus modales impropios y cuestionables para un presidente –que antes se dejaban de lado frente al éxito económico- empiezan a generar cierta incertidumbre respecto de la sustentabilidad de la estabilidad conseguida por Milei.
Desde el comienzo el atributo de “loco” de su figura excéntrica fue decodificado desde los dos lados de la grieta en función de sus intereses. Para los opositores tenía que ver con una patología concreta; para los seguidores, un plus de una personalidad dispuesta a enfrentar sin miedos los males de la Argentina.
Lo cierto es que, tras la crisis de la criptomoneda, existen electores que advierten que el esfuerzo y sacrificio que pusieron en juego en pos de acompañar el proceso político iniciado por Milei para estabilizar la economía podría rifarse.
Ese sacrificio incluyó resignar consumo, postergar sueños y, en algunos casos, usar ahorros para “financiar” los desafíos que implicó estabilizar los precios. Dicho capital ahora podría estar en riesgo si el presidente no está a la altura, sea por ingenuo o negligente, para cuidar ese esfuerzo.
Las certezas que generan los gobiernos son, junto con las expectativas, valores que dan sustento a los gobiernos. Desde allí pueden enfrentar crisis políticas o sociales, pero mantendrán la confianza de sus votantes.
Hasta acá la preocupación oficial y de muchos, fue ver cómo reaccionaría el mercado, tan sensible a las certezas que generan los modelos económicos de los países.
Ciertamente, el mercado acusó el golpe pero rápidamente acomodó sus expectativas. Probablemente, hoy Milei deberá recorrer un poco más de camino para lograr acuerdos que proyecten el futuro de la economía nacional.
Pero la pérdida de certezas entre sus electores también es un problema concreto para la gestión. Es un capital político que queda a la deriva.