Por Norman Berra
Durante los dos primeros años de gobierno de Cambiemos, con frecuencia se observaban altos registros en el Índice de Confianza en el Gobierno (ICG) junto con guarismos más magros en el Índice de Confianza del Consumidor (ICC), ambos medidos por la misma entidad, la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT). También se observaban altas expectativas, incluso en períodos en los que la evaluación de imagen y aprobación de gestión no eran favorables. Sin embargo, luego de diciembre de 2017, justo después del triunfo oficialista en las elecciones de medio término, sobrevino una ola de malhumor social que oscila entre el escepticismo y el pesimismo liso y llano, que llevó a que las variables tendieran a converger: junto con la imagen y la aprobación de gobierno cayeron las expectativas, y al mismo tiempo cedieron el ICG y el ICC.
En el post anterior vimos que el Índice de Confianza del Consumidor (ICC), que mide las expectativas de compra de bienes y servicios, se desplomó en abril 13,2% interanual. Asimismo, si se compara el resultado de abril con el de marzo de 2018, el resultado arroja una caída intermensual de 8,5%. Según Juan José Cruces, director del Centro, «entre los componentes del ICC, el subíndice de Situación Personal baja 9,6% y el de Bienes Durables e Inmuebles 7%». Por su parte, el informe destaca que el subíndice de Situación Macroeconómica cae 8,5%, siempre respecto al mes anterior. En la distribución territorial, la confianza del consumidor baja 8,5% en el interior del país y 11,6% en el Gran Buenos Aires. A la vez, aumenta 1,2% en Capital Federal, siempre respecto al mes anterior. En la distribución por nivel de ingresos, la confianza del consumidor baja 7,1% para el sector de los encuestados con mayores ingresos y cae 10, 1% para los encuestados con menores ingresos, siempre respecto al mes anterior. Es decir, el malhumor es transversal, pero se insinúa (si bien por una diferencia estadísticamente no significativa) que afecta relativamente más a los sectores sociales menos favorecidos.
El problema, como venimos insistiendo, es que la afectación de la crisis se está dando a nivel de la comunidad toda; por eso el malestar impregna tanto la predisposición al consumo (ICC) como al vínculo entre la opinión pública y el gobierno (ICG). Según la última encuesta nacional realizada por Gustavo Córdoba y Asociados, el 59,7% de los argentinos tiene una expectativa negativa sobre el futuro de la economía en el país, contra 40,4% que considera que estará mejor. Es el peor registro de una serie que comienza en agosto de 2016; antes, el pico “mala onda” fue en marzo de 2018: 58,5%. El estudio coincide con los citados recientemente en ubicar a la inflación como el principal problema (19,5%; ver datos arriba, click para agrandar) y en confirmar a la agenda económica como la predominante entre los electores (43,1% de las menciones de problemas se vinculan a esa problemática). Asimismo, también muestra cómo el malestar socioeconómico permea hacia la evaluación de la imagen presidencial: el 44,1% califica positivamente a Mauricio Macri, pero el 52,7% lo evalúa mal o muy mal (ver datos arriba; click para agrandar), el pico de imagen negativa en la serie desde febrero de 2017. Asimismo, el evolutivo muestra un diferencial negativo de casi 9% (8,6 puntos porcentuales, el segundo más amplio del último año (ver datos abajo; click para agrandar).
El consultor explica así el desgaste oficialista: “el gobierno actúa con ´su mercado de votantes´ partiendo de la idea de tener un cliente cautivo, como sucede con los clientes de la medicina pre-paga, que por más que le aumenten la cuota no pueden irse a otra, porque no hay. El gobierno actúa con sus votantes de ese modo. ¿Cómo se traduce? Hay una deuda con sus propios votantes que se traduce en la perdida de capital simbólico y que impacta electoralmente. El presidente Macri conserva el caudal electoral de la primera vuelta y ha perdido los sectores que le permitieron ganar en segunda. Ese es el votante que siente que el gobierno no está haciendo lo que hay que hacer (…) Se generaron muchas expectativas, se puede decir que hubo una sobre-generación de expectativa y eso explica esta caída. La inflación no ha bajado, la marcha de la economía hace aumentar el pesimismo… En el balance, la gente no es optimista ni nada parecido. Macri, entonces, volvió a la situación previa de las elecciones en términos de imagen. Sucede que hubo una expectativa muy favorable de muchos argentinos, que ratificaron con el voto a Macri frente a Cristina para que tuviera un resultado en la economía, bueno, ahora estamos viendo una desilusión respecto de ese escenario. Querían un resultado económico de corto plazo y eso no se ha producido”. A esta evaluación, nosotros agregamos una propia: Cambiemos viene rompiendo una de las promesas marcarias que le permitió ganar el ballotage, que estaba anclada sobre el concepto “podemos vivir mejor”. Por el contrario, gran parte de su mensaje de gestión entra en contraste con el de campaña (como el emblemático “tenemos que reducir el consumo”,a propósito del debate sobre las tarifas), lo cual está lesionando el vínculo, dado que la promesa marcaria de Cambiemos nunca fue del tipo “sangre, sudor y lágrimas”.
Fuente: Clima de Opinión