POLÍTICA

José Gangi
Edición y Análisis de informes
El 31 de mayo de este año publicamos una nota titulada “En un escenario de tres fuerzas con un cuarto de electores cada una, ¿conviene pegar primero o polarizar y contener puertas adentro?”. Allí analizamos la historia de los comicios presidenciales con más de una instancia, con el objetivo de ponderar lo que por ese momento eran dos estrategias en pugna hacia adentro de la fuerza oficialista nacional.
En dicho análisis, observamos que, tanto a nivel local como regional, las fuerzas rezagadas crecen más que las primeras de una instancia a otra e incluso, en el 31,6% de los casos, llegan a dar vuelta el resultado. Por eso, anunciábamos como advertencia que no siempre el que pega primero pega dos veces, como dice el viejo refrán.
¿Qué pasó en las elecciones presidenciales actuales? Se confirmó el fenómeno por duplicado
Más allá de que las Paso se dirimieron con un resultado escueto entre los tres principales candidatos (entre Javier Milei y Sergio Massa, primero y tercero respectivamente, hubo una diferencia de 2,58 puntos porcentuales, el libertario fue el gran ganador de la contienda en segunda vuelta. El candidato libertario sorprendió a más de uno y se ubicó en la cima del disputado podio.
Por su parte, Juntos por el Cambio en conjunto, gran candidato a quedarse con las elecciones, quedó en segundo lugar con un 40% de los votos huérfanos después de una disputa subida de tono en la interna partidaria entre Patricia Bullrich, candidata electa para representar al partido en las generales, y Horacio Rodríguez Larreta, el gran derrotado de aquella jornada.
En tercer lugar, sorprendiendo a más de uno por el destacado desempeño en un contexto más que complejo en términos económicos, quedó el actual ministro de Economía y candidato favorito de Unión por la Patria, Sergio Massa.
Con el paso de los días, el foco se centró cada vez más en la disputa Milei-Massa. Patricia Bullrich fue quedándose rezagada en la competencia por errores propios, otros forzados y por la imposibilidad de construir un discurso con el que se sintiera cómoda y que le permitiera disputar a La Libertad Avanza los votos de derecha y a Unión por la Patria los del centro.
Fruto de este devenir de la política argentina llegamos a las elecciones generales con Milei como el gran rival a vencer y con Massa como el candidato diferente, con posibilidades certeras de disputarle las elecciones en las generales.
El batacazo massista y la alianza de Milei con Macri
Domingo 22 de octubre de 2023. Massa crece casi 10 puntos porcentuales y se ubica como el candidato más votado de las elecciones generales con el 36,68% de los votos. Milei, por su parte, se estanca en un valor cercano al 30%, pero accede al balotaje. Bullrich queda rezagada al tercer lugar y fuera de la segunda vuelta con el 23,83% de los votos, fruto de la imposibilidad de retener todo el caudal de Juntos por el Cambio. Una vez más, la fuerza rezagada no sólo lograba crecer proporcionalmente más que el ganador de la instancia anterior, sino que daba el batacazo.
Esa misma noche, al expresarse después de reconocer la derrota parcial, Milei llamó a dirigentes y votantes que quisieran un cambio a unírsele, invitándolos a hacer una “tabula rasa” para acabar de una vez y para siempre con el kirchnerismo. A los pocos días, sellaría una alianza con Bullrich y Mauricio Macri para generar un gran frente opositor con la capacidad de vencer al candidato de Unión por la Patria.
A partir de este momento, el novedoso marco tripartito de disputa del poder encarnado por La Libertad Avanza, Juntos por el Cambio y Unión por la Patria se transformaría en consonancia con la lógica del balotaje en puerta, en una disputa bicoalicional: por un lado, el frente peronista-progresista de Unión por la Patria y, por el otro, el antiperonista-liberal de La Libertad Avanza.
El desenlace
Con Massa, el candidato más votado de la instancia anterior, instalando una campaña del miedo en torno a las declaraciones de Milei desde una posición consolidada de candidato del consenso y de las instituciones y una oposición que identificó al kirchnerismo como la fuerza a vencer, representante de la continuidad de la fatídica situación económica de la Argentina, se sucedió casi un mes de campaña.
Gracias al voto de mujeres y adultos que le había sido esquivo en instancias anteriores, no tanto a un incremento en la cantidad de votantes, el 19 de noviembre Milei vencería por más de 11 puntos porcentuales al candidato de unidad del peronismo.
No sólo presenciaríamos una nueva avanzada de una fuerza rezagada por sobre una vencedora y no sólo esa avanzada le alcanzaría para ganar las elecciones, sino que, por primera vez en Argentina, se consumaría una elección donde el candidato vencedor cambiaría en dos oportunidades.
Reflexiones finales
Tal como concluyéramos en la nota mencionada a comienzos del presente escrito, todas las elecciones están atravesadas por las particularidades de su contexto. Los recorridos de los candidatos, los de sus partidos, las características de los contextos históricos, entre otros diversos factores, hacen un combo de variables que sin duda poseen un impacto en la performance de los competidores.
Todo parece indicar que la polarización definitiva contra el kirchnerismo encarnada por Milei una vez consumada la alianza con Macri y Bullrich, así como la garantía de un mínimo de gobernabilidad y previsibilidad brindado por estas últimas figuras, fueron factores fundamentales para activar un proceso de ponderación de esos valores por encima de los temores que despertó durante toda la campaña el libertario respecto a agendas de cuidado y económicas y atraer hacia el candidato a las mujeres y los adultos en edad productiva, reticentes a su figura en las primeras instancias.
Sin embargo, resulta imposible dejar de reconocer el fenómeno de resistencia frente a los vencedores. No parece haber relación alguna entre los resultados y la pertenencia partidaria y/o participación en el gobierno saliente de los candidatos o con la variación en la participación. Más bien, el resultado parece estar vinculado con la centralidad que el ganador obtiene en la faceta posterior a la elección de la cual resulta vencedor.
El análisis serio de las razones quedará como un tema pendiente a tratar en futuros focus groups. Sólo a modo de intuición y a título personal, me animo a deslizar que quizás la razón sea tan simple como que en una sociedad donde la mayoría siente que “pierde” constantemente hace años y la desigualdad crece al compás de una burda exposición de lujos y egos propia de los tiempos de redes sociales, los ganadores de las instancias previas se convierten pos victoria en una vulgaridad.