SOCIEDAD
José Gangi
Edición y Análisis de informes
Viviana Jara Roldán
Investigación Cualitativa
A lo largo de la última semana (del 15 de abril al 21 de abril), los argentinos conocimos algunos datos e iniciativas relevantes vinculados a la vida laboral.
En un marco general signado por un enfriamiento de la economía incentivado desde el Estado para controlar la inflación, según la Encuesta de Indicadores Laborales de la Secretaría de Trabajo, el empleo registrado retrocedió en términos netos por tercer mes consecutivo un 0,3% respecto de enero. La principal caída del empleo registrado en febrero desde 2002, cuando alcanzó la increíble cifra de 1,3%.
La otra cara de esta misma realidad se expresó en la caída de la utilización de capacidad instalada en la industria. Durante el último febrero, según los registros del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), este indicador alcanzó un valor de 57,6%, uno de los peores registros de la serie histórica, sólo comparable con la situación relevada en febrero de 2002.
En dicho contexto, representantes de la Unión Cívica Radical (UCR) en el Congreso se reunieron con funcionarios del Gobierno nacional para darle forma a la frustrada reforma laboral impulsada vía DNU. Entre los principales objetivos del proyecto, se incluye la reducción de la carga fiscal sobre el empleo; la eliminación de las contribuciones obligatorias emanadas de los convenios colectivos; la declaración de la educación como servicio estratégico esencial para limitar el derecho a huelga de los trabajadores vinculados al sistema educativo; la reducción de la litigiosidad para reducir los costos de contratación y despido; la creación de un fondo de cese laboral a cargo del empleador; la generación de salvaguardas contra el despido por discriminación; la implementación de un sistema simplificado y electrónico para la registración laboral; y la extensión del período de prueba a seis meses.
Teniendo en cuenta estas cifras y el proyecto de reforma laboral, nos abocamos a analizar los últimos datos nacionales relevados por Consultora Delfos relacionados al nivel de actividad y el temor a perder el trabajo y a sumar la opinión experta de Viviana Jara Roldán, referente del área cualitativa de Consultora Delfos y Especialista en Psicología del trabajo y las organizaciones.
La caída de la actividad y la pérdida de puestos de trabajo generan miedos
De acuerdo con la última encuesta nacional realizada por Consultora Delfos en el corriente mes de abril a 2.050 argentinos, en este contexto un 58% afirmó que su trabajo o actividad disminuyó. ¿Cuánto disminuyó? Un 55% de los argentinos que afirmaron haber percibido una merma en su trabajo o actividad sentenció que cayó mucho, un 42% algo y un 3% poco.
En consonancia con los datos relativos a la contracción de la economía en general y del empleo registrado en particular, un 46% de los argentinos en relación de dependencia afirmó tener miedo de perder su trabajo. A pesar de que el porcentaje de gente que afirmó no tener miedo es 3 puntos porcentuales (pp) mayor (49%), la diferencia entre ambas respuestas no es estadísticamente significativa y presentan un peso cercano al 50% de la muestra.
Entre los empleadores o cuentapropistas, el miedo de tener que cerrar su negocio o empresa o de dejar de prestar sus servicios alcanza al 44%. En este caso, la diferencia respecto de aquellos que no poseen miedo es significativa (9 pp.), pero no deja de representar un valor significativo.
A la precarización laboral, se le suma el miedo a perder el trabajo
Más allá de los datos a nivel macro, este contexto tiene fuerte impacto sobre las subjetividades. En consecuencia, decidimos analizar estos datos junto a la referente del área cualitativa de Consultora Delfos, la especialista en Psicología del trabajo y las organizaciones Viviana Jara Roldán.
De acuerdo con Viviana, que el miedo de los trabajadores en relación de dependencia y de los cuentapropistas o empleadores a perder su trabajo o negocio supere el 40% de las menciones, refleja una situación de temor que escapa a lo ordinario. Sin embargo, también afirma que el temor a perder el trabajo es una realidad cotidiana en algunas sociedades, particularmente en las latinoamericanas.
Así mismo, afirmó que el miedo no necesariamente tiene que ver con una realidad personal. “Ante un contexto donde ves que hay personas que se quedan sin trabajo, tanto en el ámbito público, como en el privado, de inestabilidad socioeconómica, de merma en la capacidad de consumo y ahorro, claramente un individuo, más allá de su nivel de estabilidad laboral, va a temer por su trabajo o negocio. Si a esto se le suma que las personas han visto que, en un contexto de merma de la actividad y pérdida de puestos de trabajo el Gobierno nacional no brindó certidumbres ni plazos, hasta el más seguro siente que todo puede pasar, incluso perder su trabajo».
La cuestión es el cómo de la reforma laboral
“Creo que es necesaria una reforma laboral, porque el trabajo ha ido cambiando a lo largo del tiempo y la legislación debe ir acompañando estos procesos”. No obstante, fue categórica al afirmar que “más allá de la necesidad de adaptar la legislación, hay que ver hacia dónde va esa reforma”.
Viviana sentenció que, si se quiere mejorar la calidad de vida de las personas, no alcanza sólo con transformar las condiciones laborales para que haya más empleo, sino atacar la precarización laboral, recordando que este fenómeno afecta tanto a trabajadores informales como formales. «Hoy un salario formal, en relación de dependencia, no te garantiza cubrir una canasta básica».
“Sin atacar la precarización de las condiciones del trabajo, no se lograría nada novedoso. Se flexibilizaría la legislación para incrementar la cantidad de puestos laborales, a costa de una pérdida de derechos y beneficios sociales para aquellos que hoy sí los tienen garantizados, redundando en un empeoramiento de las condiciones de vida del común de la gente”.
La precarización impacta en la identidad de las personas
Al referirse al impacto sobre la subjetividad de las condiciones laborales, la referente del área cualitativa de Consultora Delfos fue categórica al afirmar que, “a pesar de que las personas no somos sujetos pasivos, sino que contamos con recursos para poder sobrevivir y enfrentarnos a situaciones desfavorables, sabemos que las condiciones laborales precarias generan un estado de inestabilidad constante que repercute en la salud mental”.
En este marco analizó el incentivo constante a reinventarse. “Esta nueva lógica impulsada por el contexto, tanto para trabajadores en relación de dependencia como para aquellos que poseen un negocio, invita a las personas a asimilar un “volver a empezar” constante que, no sólo no propicia el desarrollo profesional y personal, sino que repercute en una sensación de estancamiento constante, asociada a una alta frustración. Si a esto le sumamos que muchos de ellos no llegan a fin de mes a pesar de trabajar más de 8 horas, no tienen cobertura de salud, no tienen aportes jubilatorios o saben que su futura jubilación no les va a servir para vivir o directamente no cuentan con un seguro o un margen que les permita tomarse días por cuestiones de salud, el impacto se profundiza a niveles alarmantes”.