POLÍTICA

José Gangi

José Gangi

Edición y Análisis de informes

Las distancias entre la academia y el fútbol, las elites y los sentires populares, hasta entre algunas opciones revolucionarias y todo aquello que apueste al goce y se desvíe de sus objetivos, llevó a instalar en el discurso de algunos que el fútbol era el opio de los pueblos.

Distorsionando la famosa frase que acuñara Karl Marx para referirse a la religión como un aliciente o alienante de las poblaciones, algunos intentan asociar al fútbol con el mismo fin. De ser así, ¿no sería nuestro pueblo uno de los más alienados y adictos del planeta? Sobre todo a juzgar por la pasión con que asume cada cuatro años el desafío mundialista del fútbol.

Con el objetivo de dar con una respuesta a dicho interrogante, analizamos la imagen de gestión en Córdoba capital de los presidentes que estuvieron al frente del ejecutivo durante los últimos seis mundiales, pre y pos mundial. De Alberto Fernández solo presentaremos la imagen de octubre y prometemos actualizar el dato una vez que finalice la competición en Qatar.

La primera gestión que trataremos es la de Carlos Menem durante el mundial de Francia 1998. En un contexto signado por el comienzo de la etapa recesiva de la convertibilidad y una tasa de desocupación de dos cifras (13,2% tanto en la medición de mayo como de octubre de 1998), en marzo, el 39% de los cordobeses de la capital afirmaban poseer una imagen negativa del presidente riojano, un 35% una imagen regular y un 24% buena.

Una vez finalizado el mundial en el continente europeo, donde Argentina perdió en cuartos de final contra los Países Bajos por 2 a 1, la gestión menemista obtendría en agosto una calificación negativa por parte del 40%, una regular del 36% y sólo un 22% afirmaron poseer una imagen positiva.

El primer mundial realizado en el continente asiático de la historia, Corea-Japón 2002, encontró en el poder a Eduardo Duhalde. El año se caracterizaría por la contracción más virulenta del PBI argentino que se tenga registro (10,9%) y una devaluación del peso medido en dólares estadounidenses del 74%.

En ese marco de tierra arrasada, en mayo de 2002 el presidente argentino poseía una imagen positiva de sólo 6%, una imagen regular de 29% y una negativa de 62%. Tras la pronta eliminación en primera ronda de la selección y la angustia de volvernos antes del Mundial, el presidente cosechó en agosto una imagen de gestión positiva de 5%, una regular de 27% y una negativa de 65%.

Alemania 2006 encontró al frente del ejecutivo nacional a Néstor Kirchner y a una Argentina diferente. Con una economía en franco crecimiento desde el año 2003 (el PBI había crecido durante los 3 años precedentes entre un 8,8% y un 9%), una tasa de desempleo que volvía a ser de un sólo dígito (8,7%), la imagen de la gestión nacional en la capital cordobesa desentonó de las de sus antecesores.

En marzo, tres meses antes del mundial, la gestión encabezada por Néstor Kirchner obtuvo un 52% de calificaciones buenas, un 34% de regulares y sólo un 11% de negativas. Una vez finalizado el mundial, con Argentina quedándose fuera nuevamente en cuartos de final, los números aparecen prácticamente calcados a los de marzo: un 52% de calificaciones buenas, un 35% de regulares y sólo un 11% de negativas.

Cuatro años después llegaría el mundial de Sudáfrica 2010, con Cristina Fernández encabezando el ejecutivo nacional. Anotando un fuerte crecimiento del PBI de 10,1%, Argentina recuperaba lo perdido fruto de los coletazos de la crisis de las hipotecas en el primer mundo y se reincorporaba a la senda del crecimiento iniciada en 2003. Sin embargo, la gestión cristinista ya cargaba a cuestas una herida muy grande en su relación con un sector del pueblo argentino y, en particular, con los cordobeses: la disputa por el proyecto de Ley 125 de 2008.

A diferencia de su esposo y antecesor en el gobierno, en mayo de 2010 la gestión nacional poseía un 59% de imagen negativa, un 26% regular y un 14% positiva. Después de la dura derrota nacional por 4-0 en cuartos de final contra Alemania, la gestión nacional mejoró su imagen de gestión en la capital cordobesa: la negativa cayó a 50%, la regular subió a 31% y la positiva también a 19%.

Para el mundial de Brasil 2014, nuevamente la gestión nacional estaría encabezada por Cristina Fernández. En un marco de estancamiento y conflictos con los fondos buitres, la imagen de la gestión pre mundial sería negativa para el 49% de los vecinos de la capital cordobesa, regular para el 28% y positiva para el 21%.

Una vez finalizado el mundial, donde la selección obtuvo el subcampeonato perdiendo en tiempo suplementario con Alemania, la imagen negativa de la gestión nacional sería de 50%, la regular de 31% y la positiva de 18%.

El último mundial, Rusia 2018, encontró a la gestión nacional encabezada por Mauricio Macri. La inestabilidad, el endeudamiento, las devaluaciones y la contracción de la economía caracterizarían al marco de aquel mundial.

En mayo, un mes antes de la cita mundialista, la gestión macrista obtuvo en la capital cordobesa un 25% de imágen positiva, un 33% de imagen regular y un 41% de negativa. Después de la derrota en octavos de final contra Francia por 4-3, en agosto, un 23% de los vecinos de la capital provincial poseían una imagen positiva de la gestión nacional, un 32% una imagen regular y un 44% negativa.

En la actualidad, en las vísperas de una nueva cita mundialista en Qatar, Alberto Fernández encabeza la gestión nacional. A pesar del crecimiento de la economía y la recuperación de los puestos de trabajo, los indicadores del contexto que generan más preocupación entre los argentinos son la inflación y la pérdida de poder adquisitivo.

La imagen de la gestión en la capital cordobesa en octubre fue muy similar a la obtenida por Eduardo Duhalde en mayo de 2002: el 63% de los vecinos afirmó poseer una imagen negativa de la gestión, un 30% una imagen regular y sólo un 6% una positiva.

Del repaso de la imagen de todas estas gestiones pre y pos mundiales, podemos concluir que estos eventos no logran alterar la percepción de las gestiones que tienen los pueblos. Evidentemente, un gol de Lionel Messi o ganar campeonato del mundo no reemplazarán los problemas que la sociedad tiene con la inflación, la inseguridad, o cualquier otro problema de la agenda social. Realidad y mundial conviven, pero no se tapan.

Incluso en el caso en que una gestión mejoró levemente su posición (final del primer mandato de Cristina), no se ha encontrado un indicador que permita atribuir dicha mejora al mundial. Menos aún el desempeño de la selección, que se quedó afuera del mundial por una derrota aplastante frente a Alemania en cuartos de final, lejos de las mejores actuaciones de su historia.

En conclusión, subestimar al pueblo y juzgar sus pasiones parecen ser herramientas discursivas basadas en el simple prejuicio.

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