SOCIEDAD

Luis Dall'Aglio
Director
Son muchas las consecuencias y desafíos que nos dejó la pandemia entre los humanos. Uno de los retos principales de cara al futuro es comprender que nuestra presencia en el mundo fue puesta en cuestión. En este ecosistema que integramos entre plantas, ríos y animales, fuimos los únicos afectados por el Covid-19 y, mientas estuvimos confinados, el ambiente mejoró, el cielo fue más transparente y los mares recuperaron su vida natural.
Por otro lado, la pandemia también trajo aparejadas consecuencias sobre valores y conceptos que marcarán la época que nos toca protagonizar como comunidad. Un hito trascendental en este sentido fue la reconfiguración de la idea de libertad, concepto que surge de los estudios cualitativos realizados por la Consultora Delfos en este tiempo de pandemia.
Hoy vivimos una idea de libertad en confinamiento. Esto implicó:
- Refuncionalizar espacios en los hogares para nuevas convivencias.
- Funcionar en la vía pública con la mirada pasiva de los demás o de un Estado no tan presente, haciendo cumplir el uso de barbijos, los protocolos y las distancias para no contagiarnos. Hoy toser se convirtió en una amenaza.
- Liberarse del discurso asociado al temor al contagio, la presión de los cuidados, la preocupación por los cercanos que no se enfermen.
- Convivir con un innegable desajuste de lo cotidiano. Tristeza, cansancio y agotamiento que se asocian a la falta de espacios de dispersión y ocio. Las restricciones y protocolos implementados afectaron las interacciones sociales que hoy son valoradas como la posibilidad para “despejar la cabeza”.
- Cumplir con una nueva ética entendida en el marco de conductas que marcan lo correcto y lo incorrecto.
- Obtener información de una realizad mediatizada, atravesada por las malas noticias, la falta de perspectivas, la desaprensiva comunicación de tenebrosos resultados o las historias terribles de una enfermedad impredecible.
Los argentinos estamos viviendo esta libertad confinada que presiona sobre los hombros con nuevas angustias que se suman a las ya conocidas, propias de las crisis de valores y de representación.
Esa libertad confinada es la que se enfrenta a las denuncias de pérdida de libertades a manos de supuestas “nuevas tiranías”, como las de los infectólogos o políticos que quieren sacar provecho de una pandemia que solo generó pérdidas de todo tipo. No hay un solo gobierno en el mundo que se jacte de haber obtenido ventajas políticas de la muerte, el temor, las restricciones, la caída de la economía y la pérdida de empleo.
Por eso, la sociedad empezó a adaptar su libertad al confinamiento: aunque las restricciones vayan cayendo una a una, el confinamiento psicológico y social seguirá vigente y el temor seguirá siendo una realidad latente en la vida de todos.